A tu salud

A tu salud, mi amor. Y a mi aprendizaje...

Lejos hoy de doler, su recuerdo es mi motor para seguir avanzando. Miro hacia atrás y observo cuánto avancé.

Transformé el dolor en una fuente inagotable de poder.

Lo miro a él y es el reflejo de lo mucho que crecí, lo orgullosa que estoy de mí y cuánto me amo hoy.

Él me impulsó a transmutar y a amarme como nadie jamás podría.

Siento una enorme gratitud al ver su imagen, porque su paso por mi vida supuso quererme con fuerza, implicó llevar a cabo una metamorfosis, de cuyo capullo emergí airosa, triunfante y plena. Resplandeciente, llena de brillo y color.

Gracias al pasado, transformo el presente y llego al futuro, que se atisba reluciente y admirable.

Su vivo recuerdo es mi alimento. Es exactamente el lugar a dónde no quiero regresar, lo cual me da la valentía de descubrir lo que viene.

Su indiferencia es mi fuente. Su rechazo es mi abrazo. Su abandono, mi encuentro. Su frialdad, mi calor. Su carencia de amor, su ausencia de sentimientos, su claro desdén, suponen para mí un reencuentro conmigo misma, a quién bastante sola dejé. Más me aleja, más me priorizo. Más me elijo. Más me quiero.

Pobrecito, jamás supo cuánto le quise. Jamás se atrevió a descubrirlo. Jamás tuvo el coraje de arriesgarse. Jamás se animó a entregarse.

Pero… No puedo juzgarlo, uno quiere como puede, como sabe, con los recursos que tiene. Nadie vive su vida con intenciones de romper al prójimo. Nadie se levanta por las mañanas con ganas de lastimar, de despreciar, de destratar. Hacemos lo que podemos, con los valores, educación y experiencias que tenemos.

Tal vez algún día él recuerde a esta pobre mujer enamorada, desnuda, joven, vulnerable, que tuvo el corazón en sus manos y al cual presentó como ofrenda de amor en bandeja de plata.

Tal vez algún día me recuerde, con cariño, con afecto, con nostalgia. Una marca mía está impregnada en su cuerpo, dejé muchas marcas imborrables, como un tatuaje en su piel.

¿Qué harás, querido, cuando admires dicha marca y yo esté lejos? Espero me pienses, espero me recorras en tu mente, espero aparecer en tus sueños y que, afortunadamente, siempre haya alguna palabra para mí. Después de todo, las merezco. Merezco palabras, merezco sueños y merezco amor del bueno.

Gracias querido por tus grandes y valiosas enseñanzas, gracias por aparecer ocasionalmente en mis recuerdos, porque ser testigo de tu indiferencia me ayudó a comandar mis caminos, encontrar nuevos rumbos y estallar desde el amor como nunca antes nadie ha visto.

Siempre mía, nunca tuya.

Con amor. Por amor.

A mí. - SP