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No hay más Cupo.

  • Writer: Sofi Peralta
    Sofi Peralta
  • Dec 8, 2021
  • 4 min read

Celebro aquello que nos hizo hablarnos por primera vez: Luca Prodan, el odio hacia la corrupción y los políticos, los valores, la importancia de ser bilingüe y las ganas de viajar por el mundo. El odio hacia lo injusto e incorrecto hizo que dos personas se unieran. Por muy paradójico que suene, celebré lo "incelebrable".

El café de ese día, la charla y la probable segunda cita, aún me resuenan. Bambolean en mi cabeza lindos recuerdos de una tarde tierna y amable. Un par de ojos azules, una conversación que involucraba a mi Luca querido (mi tano favorito) y un disfrute absoluto. Todo marchaba perfectamente bien. Era yo. Podía ser yo.


Quién hubiera pensado que esa tarde desencadenaría una breve historia, llena de amor y grandes enseñanzas. Era mi tan ansiado "azaroso y contingente" que la vida me estaba presentando, luego de haberme entregado a recibir. Estaba dispuesta, aunque temerosa. Completamente decidida a jugar todas mis cartas, a poner todo de mí por esta persona. Tenía bastante miedo al dolor, a la repetitividad, al engaño. Luego de tantos fiascos y del abuso de mi confianza e inocencia, no era ridículo sentir miedo. Pero entendí que el miedo no era más que un sentimiento, era un abstracto, imaginario. Por eso lo solté y confié...


Luego de un periodo feliz, calmo y muy hermoso, apareció la sombra. Tan temida aunque necesaria. Toda oscuridad aparece para recordarnos que somos seres imperfectos, llenos de heridas, baches y agujeros. La sombra viene de repente, ya sabemos dónde se esconde, sabemos que está latente y que puede surgir en cualquier momento para decir "¡Saname!". La tristeza y el dolor son sentimientos totalmente estimables, que ayudan a valorar y apreciar aún más la felicidad. Pero cuando éstos abundan y predominan, hay que buscar más adentro y hacia atrás, en lo más profundo de uno. Intenté. Busqué. Sané. Sigo sanando. No es lineal mi proceso. Mis sombras me tumbaron, le di entidad a la oscuridad y dejé que me ganara. Nuestras energías repelían todo el tiempo, se sentía en el aire. Comenzamos a rechazarnos mutuamente, no supimos darle un poco más de batalla...


Él y sólo él. La risa contagiosa, la labia, la gracia, el carisma, el humor. Su inocencia, sus ganas de crecer, su inteligencia. No podía pedir más. Pero sí, pedí. Pedí más porque deseé que fuese diferente, deseaba mucho pisar fuerte, tener un lugar más protagónico e importante, tener la atención que sentía merecer. Porque sí, me merecía mayor atención, me merecía que se sienta orgulloso y me merecía más amor. Merecía ser escuchada y que mis sentimientos no se desestimen. Tal vez fui ansiosa, pero anhelaba respeto y exclusividad, quise sentirme especial. Mi modo de exigirlo probablemente no fue la adecuada, pero me manejé siempre con los recursos que tenía. No sé si estoy equivocada, no sé cómo serían hoy las cosas con un accionar diferente. Quizás el desenlace era el mismo. Prefiero pensar que todo tiene su momento y lugar, que a veces la distancia es necesaria y que cada final es un nuevo comienzo... Es un poco más ameno y menos doloroso.


Aún no sé qué ganaré escribiendo esto, no sé si debo compartirlo, no sé qué espero. No sé si ruego por que me lea o por que no me lea. No sé qué opción es mejor. Duele la distancia, la indiferencia, la ley del hielo. La frialdad repentina, el abrupto corte y el arrancarse a sí mismo de mí, todo el combo me demolió. Estuve ausente. Cómo cuesta ser el eslabón más débil. Ser quien queda en pausa, a la espera. En un lugar miserable y expectante.. ¡Pero! Mi deber está en honrar mi lugar, mi valor y mi palabra. Apropiarme del lugar que me corresponde, mirar hacia arriba y calzarme la corona.


Si bien fingir desinterés es para la raza más débil, ver su fachada es doloroso. No puedo comprender quién deja de sentir tan abruptamente y da vuelta la página mágicamente ¿Es esto posible? ¿Cómo es que existen individuos capaces de desapegarse tan rápidamente? Es indescifrable para mi razonamiento. ¿A dónde se almacena el amor? ¿Se guarda bajo llave? ¿Se archiva? ¿Se pausa? ¡El intervalo es una gran opción! Sinónimo de silencio, esboza una leve esperanza, aún mantiene viva la fé. Si pausamos el amor, aún puede retomarse, ¿verdad? Qué chistoso pausar el amor. Sería tan simple como apretar un botón, dejar en pausa y volver a mirar. ¿Volvería a ser lo mismo? ¿Mejor, peor? No lo sé. Sólo sé que la ausencia absoluta es imborrable.


Lo extraño, lo quiero todos los días. Y yo no extraño a nadie. Con mi simple existencia me basta y me sobra, de hecho, me sentía a gusto con mi propia compañía. Pero él quiso hacerme falta, él eligió otro camino y brilló por su ausencia. Brilló tanto que me hizo extrañarlo. Pero no hay más cupo para amistad, para amor a medias, para migajas o para desencuentros. El amor que yo vivo es a todo o nada. Siempre buscando lo que merezco, nunca menos de eso.


No hay cupo para más palabras, ya no hay más por decir... O sí, todavía no sé.

No hay cupo para el dolor.

No hay cupo para sufrir.

Solo sé que me queda un cupo para el amor, aunque no sea el Cupo que yo quiero.


SP.-

 
 
 

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